Festa de Les Enrramaes – Tibi
“LES ENRAMADES”
“En el diccionari de valencià”, encontramos el verbo “enramar”, “adornar amb rames, herbes o flors ”.
Actualmente no tenemos documentos que acrediten la antigüedad de esta costumbre, solo el testimonio de las personas mayores, que cuentan que sus padres y abuelos ya les hablaban de esta tradición.
El hecho de hacerse con ramas de pino, es sin duda la vinculación y la abundancia de dichos árboles en todo el término, siendo hasta medianos del siglo XX, fuente muy importante de ingresos para el pueblo, ya que los carros cargados de “pinocha”, eran continuos, sobre todo del Maigmó, para alimentar los hornos de cerámica de Agost.
En sus comienzos eran “los quintos*” los que adornaban los balcones de la casa donde vivía su novia, extendiéndose posteriormente a todo el pueblo.
El Jueves y Viernes Santo los “quintos y quintas”, quedan para ir al monte a realizar la corta de “pinocha”, trasportarla al pueblo en camión y el sábado por la noche, adornar el pueblo con “las enramadas”. A la mañana siguiente, siendo el Domingo de Resurrección, el pueblo amanece con sus balcones y calles engalanados de ramas de pinos pudiéndose disfrutar así de ese agradable olor a monte.
Sobre el mediodía del domingo, acompañados por la Sociedad Musical La Magdalena, bajan con escaleras las ramas de los balcones y van con capazos a recoger “la mona”, antiguamente era comida, toñas, longanizas, magdalenas, almendras, pero hoy en día es principalmente dinero.
* En el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones a España y la necesidad de captar soldados para el ejército, en el ámbito de la Guerra de sucesión española, se asentaron en España las bases del reclutamiento militar. Tras la finalización del conflicto bélico, la falta de tropas se hizo constante, por lo que se optó por la progresiva implantación de métodos de reclutamiento obligatorios, pese a que conllevaban una gran impopularidad, alternándolos con levas de vagos y maleantes, resultaban poco efectivas y terminó por rechazarse. Las milicias provinciales adquirieron un carácter forzoso. El reclutamiento que había sido empleado hasta entonces de forma muy limitada adquirió más importancia ante las necesidades de un ejército permanente.
Comenzaron entonces a denominarse a estos reclutamientos popularmente “quintos”, cuyo nombre viene de principios del siglo XVIII, cuando se fijó un cupo anual de 50.000 hombres elegidos por sorteo de los que salía un soldado por cada cinco hombres.
Fuente:
Turismo de Tibi – Mª Dolores Just Bellot
Cronista de Tibi